Salvador Távora y La Cuadra de Sevilla
Salvador Távora nace en Sevil
la, y se cría en un barrio popular, el Cerro del Águila, en medio de las dificultades económicas y culturales que siguieron a la Guerra Civil española. Realiza sus estudios primarios en la escuela pública de su barrio, y a los catorce años ingresa como aprendiz en los talleres mecánicos de una fábrica de tejidos, en la que aprende y ejercita el oficio de soldador eléctrico, al tiempo que amplía sus estudios en las clases nocturnas impartidas en la misma fábrica. Como los demás niños del Cerro se impregna de la vida del barrio, familiarizándose con los cantes por soleá de "El Papero", y los fandangos comprometidos de "El Bizco de Amate", un universo de tonalidades que formalizarán más tarde su concepto del flamenco y de su función social.
Satisface su afición al toreo saltando por las noches las tapias del matadero municipal, y, apadrinado por Rafael Gómez "El Gallo", Távora adquiere cierto prestigio como matador de novillos, en particular en las plazas de Toros de Ubrique, Utrera, y la Maestranza sevillana. En esa época vive experiencias de comunión entre el riesgo y el arte que, más tarde se reflejarán con claridad en su perspectiva teatral. Formaba parte, como sobresaliente, en la cuadrilla del rejoneador Salvador Guardiola cuando al producirse la muerte de este en la plaza de toros de Palma de Mallorca el 21 de Agosto de 1960, y tras dar muerte al toro causante de la tragedia, Távora termina definitivamente, ese día, su vida taurina. El entorno del barrio donde vive, el taller y los ruedos acumuló en él un caudal de vivencias. Participa como cantaor en espectáculos flamencos al uso, y descubre, que "la realidad de Andalucía andaba por un lado, y sus cantes por otro". Inicia entonces, en solitario, el intento de una nueva expresión andaluza que, haciendo coral y colectivo el grito angustioso e individual del flamenco, reflejará la situación social de su tierra, y la condición de su medio, tropezando con la censura. Consigue grabar canciones o cantes corales: "Campesinos Tristes", "Segaores", "Andalucía la que divierte", "Por las Pisadas", "En Pie" y "A pasitos seguros" que más tarde fueron grabadas por diversos grupos y cantantes, contribuyendo decididamente a crear una conciencia andaluza e intentando rescatar la imagen seria de Andalucía.
A finales de la década de los sesenta es requerido, por su singular forma de entender la expresión andaluza, por el crítico teatral José Monleón para formar parte del Teatro Estudio Lebrijano, con ocasión de su participación en el Festival Mundial de Teatro de Nancy en Abril de 1971, con el espectáculo de creación colectiva “Oratorio” y con su propuesta a la unidad colectiva dramática, consigue hacer del flamenco, con su peculiar forma de interpretarlo, un elemento de comunicación equiparable al texto, a la acción y al gesto. Su asistencia al citado Festival de Nancy como componente del Teatro Estudio Lebrijano le proporciona la posibilidad de ver diversas e interesantes propuestas estéticas-teatrales que le impresionan y le sugieren atrevidas exploraciones escénicas.
Con esta considerable carga de experiencias artísticas profesionales acumuladas a lo largo de su vida, a la vuelta de Nancy, Távora concibe y elabora, en los últimos meses del año 1971, en un pequeño local de su barrio de El Cerro del Águila, el espectáculo teatral "Quejío" donde, arremete contra el academicismo, ordenando tonalidades en su memoria hasta alcanzar una unidad dramática sonora de extrañas características y desconocidas formas. A propuesta de Paco Lira, dueño del local "La Cuadra" donde se albergaron importantes movimientos culturales comprometidos de aquella época, Távora ultima y presenta su trabajo en el mencionado local del que más tarde, el grupo que formaliza en torno a "Quejío", por razones de solidaridad política, tomaría su nombre.
"Quejío", por mediación de José Monleón, se presentó en Madrid, en el Pequeño Teatro del T.E.I. el 15 de Febrero de 1971, y alcanzó resonancias internacionales al presentarse en la Sorbona de París, tras la gestión de Lilyane Drillon ante Jack Lang, director y fundador del Festival de Nancy, entonces delegado por Jean- Louis Barrault de la programación del apartado Teatro Político y Minorías Culturales en el marco del Festival del Teatro de las Naciones. El espectáculo sorprendió por la dignidad de su compromiso social y su singular lenguaje teatral; y, a partir de ese momento, la vida y el nombre de Salvador Távora quedan íntimamente ligados a "La Cuadra de Sevilla", grupo de teatro cuya actividad alimenta durante más de cuarenta años, creando para él veintiséis espectáculos que han sido portavoces de una cultura específicamente andaluza, llevando su sentir, sus emociones a lo largo de más de 5.000 representaciones, ante más de 3.000.000 de espectadores, en 35 países, y 180 Festivales Internacionales. Todos los espectáculos han sido y son reflejos de un hondo compromiso hacia Andalucía, a la par que confesiones autobiográficas, ya que él no concibe el teatro sino como una expresión eminentemente personal y comprometida, asumiendo unas posturas sociales y culturales determinadas por las vivencias acumuladas.
Sin duda, la particularidad de ese lenguaje teatral, clásico ya, de Távora, y la verdad que transmiten los espectáculos, son los factores que han permitido a La Cuadra permanecer en actividad a lo largo de tantos años, de ensanchar su horizonte, y unir su voz a la de todos aquellos cuya vida y cuyo arte tejieron los signos de la Cultura Mediterránea En el campo del lenguaje teatral, Salvador Távora ha introducido, paulatinamente, en los escenarios, con singular precisión, al igual que en un ya lejano día lo hizo con los cantes y bailes de Andalucía, el valor poético de las máquinas, de las herramientas, de las frases visuales del color, de la sorpresa y la belleza de los animales, de la armonía del ritmo en los objetos, de la simetría o geometría poética, y una buena parte del universo sonoro y dramático del andaluz, como los pasodobles, las marchas procesionales, las corales populares, el olor de sus rituales, el riesgo o estremecimiento de las corridas de toros, etc.; todo con la voluntad de dar noticias de la identidad seria de su tierra en particular, y de la sensibilidad de todos los hombres y de todos los pueblos en general.
Távora no sólo ha trabajado con La Cuadra. En 1989 monta la coreografía de la opera "La Traviata", dirigida por Nuria Espert. También ha creado y dirigido "Pasionaria (¡No pasarán!)" (1993) sobre un texto de Ignacio Amestoy, para el Teatro Gasteiz-Antzerki; y ha creado y dirigido para "José Antonio y los Ballets Españoles", en 1993 una novedosa coreografía dramática a la que titula "Cachorro". También ha creado seis espectáculos específicos para la Feria del Toro de Sevilla que forman parte de un ciclo taurino que le apasiona.
Távora es hoy un andaluz reconocido y respetado en su tierra y en los ámbitos internacionales del teatro, por su comprometido trabajo en la búsqueda de la identidad histórica de su país y por las positivas e imprevisibles respuestas que puedan provocar sus productos en el campo social del arte. Numerosos premios y distinciones han significado la labor teatral de Salvador Távora y La Cuadra, entre ellos la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, recibida en 1985 de mano de Su Majestad el Rey Don Juan Carlos, el premio Andalucía de Teatro 1990, concedido por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, el nombramiento de Andaluz del Año 1993 que la Federación de Entidades Culturales Andaluzas en Cataluña otorgó a Salvador en reconocimiento a su trabajo en pro de la dignificación de los valores culturales de Andalucía, y el Premio de Honor que entrega hoy la Asociación de las Artes Escénicas de Andalucía.
El 31 de mayo de 1996, el pleno del Ayuntamiento de Sevilla acuerda por unanimidad rotular una calle sevillana con el nombre de Salvador Távora. Y en sesión plenaria celebrada el día 27 de Febrero de 1997, el Excmo. Ayuntamiento de Sevilla acuerda por unanimidad otorgar el Título de hijo predilecto a Salvador Távora. Y como un hecho solidario y generoso del municipio sevillano, a petición de las asociaciones de vecinos del barrio, en el año 2000, todas las calles del polígono industrial Navisa, donde La Cuadra tuvo su sede social y se montaron todos los espectáculos a partir del año 1983 hasta el 2007, fueron rotuladas con los nombres de todas las obras de Távora con La Cuadra. En marzo 2007 La Cuadra inaugura un teatro propio estable, de singulares características, que lleva el nombre de Teatro Salvador Távora. Desde entonces la actividad teatral de Távora con su compañía se asienta en este teatro en el cual, ante la solidaria acogida del público, se le abre la posibilidad de hacer compatibles sus investigaciones creativas asentadas en Sevilla con las temporadas y giras por todo el mundo que han sido fundamentales para su reconocimiento histórico en el marco del teatro español contemporáneo.